Somos heterófob@s... Odiamos, o nos dan asco, todo, absolutamente todo, lo que tiene que ver con los extremos irracionales. Odiamos tanto el negro como el blanco, el sí y el no; sólo respetamos la gama de grises, y vemos factible una duda, o como mínimo una pregunta, ante tales respuestas radicales.
Nuestro odio no es hacia los heterosexuales, nuestro asco proviene de ell@s, pero no se lo devolvemos gratuitamente. Hemos encontrado heterosexuales que sienten, empatizan y se comunican abiertamente sin miedos (llamémoslos armarios); éstas personas son de nuestra comunidad tanto como l@s homosexuales, transexuales y bisexuales.
Nuestro odio va dirigido a aquellos humanos que se parecen a nosotr@s, pero que no son personas. Va dirigido a los que nos censuran por sus prejuicios hacia el color rosa (la guerra, el movimiento y la lucha rosas).
Pero nuestro color no es rosa, es gris. El color de la libertad, de la multiplicidad, del raciocinio más puro no es otro que el gris.
Gris simboliza la pregunta sobre el vaso, sobre la mente, sobre la vida. Gris está en (y es) el medio; como nosotr@s, como tod@s nuestr@s herman@s.
Gris es nuestra verdad (que no es a medias), nuestro destino (decidido), nuestro camino (ambivalente)... Gris somos, y no por eso somos menos colorid@s que l@s demás.
Arrojemos la duda a la masa, propongamos la antítesis antes de responder, pronunciemos “gris” ante cualquier pregunta... Y no pretendemos ningún nihilismo (existencialista) absoluto, sino una premisa, antepuesta, para preguntarnos aún más sobre lo que sea verdad o no (porque ya sabemos que no es así de fácil), sino para saber realmente cuál es el contenido de nuestras cabezas ante los mensajes subliminales de nuestras sociedades (hegemonías patriarcales, machistas y heterocentristas).
L@s que tenemos gris en la mente y vivimos gris, cambiamos y rompemos los esquemas prejuiciosos que nos han mantenido aletargad@s este tiempo. Es tiempo de ser sincer@s y mostrar nuestro color.
Somos gris, y no hay más.
Crístoffer Sevilla.
